Cuando
nos detenemos a ver que hemos logrado y lo que quisiéramos tener, gana en estadística
la desesperanza, porque quizás la mayoría de las personas nos hemos detenido a vivir para los
estereotipos de la sociedad… esa sociedad que nos ha enseñado a ir de prisa en
las mañanas, y nos ciega la visión a las maravillas de Dios; la que nos limita
a soñar porque debemos cumplir con obligaciones como ser humano, como adulto y
nos ha encerrado el niño que nos mantuvo sonriente, esa que te hace correr
contra el tiempo y que nos altera la mente dejándonos en
un estado intranquilo, la que te hace soltar palabrotas en tu mente porque te
perturba la multitud que culpas de no dejarte avanzar, sabiendo que eres tú el
que quieres correr sin querer caminar y admirar.
Cuando
nos detenemos a examinar nuestras emociones encontramos un mar de traumas
pasados que se mete en tu alegría actual en forma de miedos, nos
detiene en la vía,
y nos comenzamos a cuestionar…
…Cuestionamos nuestras actuaciones y
nuestros sentimientos, nos comen los pensamientos y la realidad no la podemos
ver por tantos prejuicios creados con los daños; hemos perdido las ganas de
volar con nuestra imaginación, hemos agotado los pensamientos volcándolos a lo
negativo, porque nos desviamos de la alegría por temor a que hurguen en los
recovecos del pasado.
Miramos tanto las heridas que no
logramos avanzar, y cerramos oportunidades… nunca es tarde para florecer y
lograr tus sueños, esos que compartes viendo hacia el cielo y guardándolo en el
archivo de tu memoria con el nombre de “Algún día”, nunca es tarde para volver
a confiar y regalar lo mejor de ti.
Comienza a soñar creyendo en ti.
Autor: Daviana Alvarado