Un (1) año; solo bastan 365 días para que cambie tu vida, por afuera y por dentro.
Nadie sabe lo que Dios tiene guardado en el camino para nosotros, solo tenemos que adentrarnos en este juego y sentir que lo ganamos con cada derrota, y que cruzamos una meta con cada cuento terminado. Pensamos que todo ha acabado, y es cuando comienzan las apuestas para esta carrera que aunque cueste sudor, la tienes que librar.
No es fácil olvidar lo que se dio con una promesa eterna, no es posible caminar si sientes que algo en ti falta… pero si es viable volver a sonreír con un nuevo rostro y unos nuevos sentimientos, revivir de las cenizas como el fénix que se eleva con mucha mas fuerza.
No es igual, pero había olvidado como se siente que te quieran de una manera tan tierna, tan atenta, tan merecida por ti, que te regalen unos buenos días que muchas veces tu enviaste al vacio, que no te dejen ir, que te miren con ganas de que te quedes para toda la vida… que no te permitan insinuar lo que quieres, porque lo tienes ya a tus pies.
… Se puede encontrar la magia que se perdió aunque tu corazón este encerrado en un abismo.
Fueron 365 días que llevo en cada hebra de cabello, en cada recuerdo de mi memoria; he aprendido a no confiar tanto, a regalarme sonrisas para iluminarme en esta soledad que va de mi lado.
El tic tac marca con fuerza las pocas horas que quedan y es inevitable que la nostalgia no toque mis lagrimas, queriendo de una vez que venga la paz de mi interior, para que esto quede en el pasado de mi vida.
Autor: Daviana Alvarado
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