Sin duda alguna, viendo un historial de intentos fallidos, logro comprender que no es tan trágico como pareció en su momento.
Sonrisas que creíste falsas, abrazos que pensaste nunca llegarían, y, amores que reputaste expirados vuelven a tu vida diciéndote “Aquí estoy”, virando todo pronóstico y acertando aquella tercera Ley de Newton “Ley de Acción y Reacción”, en la que con toda acción acurre siempre una reacción igual.
El ser humano es extraño, no sabe lo que quiere y cuando cree saber lo que desea se le vuelca una avalancha de emociones que lo mueven hacia otro espacio distinto al que escogió. Las dudas, los miedos, la falta de valentía lo arrojan a tomar malas decisiones, que terminan caducando la paciencia del corazón, pero enseñándole de la vida sin tanta explicación.
Hay decisiones que tomas y crucifican a terceros, y con el tiempo llega un gran telegrama a su vida diciendo:
“Querido amigo, no sabes cuanto lamento informarte que aquella decisión del pasado no fue la mas idónea en tu vida, pues, no solo te fallaste a ti mismo, si no a quien creyó en ti a pesar de tus reiteradas ausencias; quien en silencio te comprendía, y quien te quería sin recibir nada a cambio. Hoy no te aseguro cupo en su vida, juégatela a GANAR, te llego la hora de apostar”.
Vuelven las emociones, los arrepentimientos y la bendita comprensión, el reclamo de una atención que alguna vez ignoraste…
… Ley de acción y reacción, he allí las consecuencias de tus actos pasados; he allí la mala noticia que le das a tu corazón, una “Oportunidad Vencida”.
Arriésgate, la vida es un solo momento en el que tienes que ser valiente, sin importar lo que digan los demás, sin importar los fracasos, tienes que estar con quien te quiere, te comprende, te hace sonreír, quien te eleva el alma, con la persona que te roba esos pensamientos todas las mañanas…
… Si no es posible, ALEGRATE, porque TU decisión fue sabia, por darle espacio a tu vida a la mágica experiencia de sentir amor, aunque no haya sido correspondido; porque más temprano que tarde volverá a tu puerta diciendo,
“Aquí estoy”.
Autor: Daviana Alvarado
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