Usualmente rogamos al
cielo ser feliz, ignorando que cada
sonrisa que te brinda el día forma parte de tu tan anhelada tranquilidad.
Siéntate un momento a
recordar lo que has vivido, mucho o poco; al final son vivencias que traen
consigo experiencias que en conclusión te hicieron fuerte; no has muerto, aun
vives, si respiras, caminas, y das gracias a Dios por este día, aun vives.
Los recuerdos no
necesariamente tienen que ser borrados, al contrario siguen allí, son la base
de lo que eres ahora, es la madera con la que estas hecha.
No asiles rencores, odios;
las personas que están a tu alrededor que traen a ti esa paz que pides, las estás
haciendo a un lado con tanta destreza de negación que ya hasta te sale natural.
Aprendamos a reconocer lo
que realmente queremos, NO conformemos
los pies a caminar en círculos o peor aún, a caminar sin sentido alguno;
no los hagas vestirse de falsa felicidad si son los que sostienen tu tristeza y
pisan tus ilusiones.
Reconozcamos cada lágrima,
cada dolor, tú mismo sé, quien juzgue tu andar, pero para que eso suceda
aprender de tus torpezas esas que tanto reprochas, sin agradecerle la lección que
te brindo.
Mírate en un espejo tus
ojos reflejan el corazón que está guardado en tu interior, ese que pide a grito
reacción de tu parte y no conformidad.
Autor: Daviana Alvarado
No hay comentarios:
Publicar un comentario