Chocamos muchas veces con la insolencia, que se vuelve íntima, y se apega a ti, sin darte cálculo del nivel de ingratitud, en el que te está situando.
La vida no es fácil, trascurre cuando has estropeado tu dicha, te has caído miles de veces y la tristeza a tocado a tu puerta garrafalmente, cuando el corazón sufre recosidos por un desamor; la vida te reta a que seas valiente, y está en ti, seguir el egoísmo, o cambiar con tus acciones a el medio en el que vives.
Confiere tu sonrisa a quien no la merezca; así estarás demostrando grandeza, consuela a quien este a tu alrededor, demuéstrale que la felicidad, esta en ciertos detalles que obviamos, como el cariño que te puede consagrar la expresión dócil de un anciano, o la inocencia de un niño, cuando su mundo se simplifica sólo, en REIR.
Conspira contra el resentimiento, no te vuelvas un ser de resequedad interna, no evalúes a los demás, cuando no tienes ni remota idea, de lo que en su alma peregrina… No es fácil, pero aspirarlo es ir apagando la rebeldía que hay en ti.
No puedes ser amigo, hermano, y cómplice de camino cuando no valores tus propias injusticias, las reconozcas y excluyes, para que a tu vida llegue la armonía que devuelve el equilibrio de tu alma; no puedes existir cuando DICES escuchar, estando tus expresiones con el apoyo de la falsedad.
Nota: Hagamos como dice una gran amistad mía:
“AMIGA, VIVE TU VIDA, JUEGATELA, ASÍ SEPAS QUE EL FINAL ES UNA DESILUSION;
HAZ LO QUE QUIERAS, NO LO QUE LOS DEMAS ASPIREN…
…ESA NO ERES TU” (Adriana Cardozo)
Autor: Daviana Alvarado
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