Los
cielos se despejaron y surtieron efecto en todo mi ser...
Sigo
siendo igual, mi apariencia no me cambia el corazón.
Sé quienes han estado y luchado junto a mí; quien dejo muchas cosas de un lado
para enseñarme a caminar independiente los caminos de tortura. No olvido mis
sonrisas a pesar de las batallas perdidas, y no vivo en esperas de milagros en lugares
donde no entra la presencia de Dios.
Aprendí
a renacer con la luz del sol día con día, ordenar mi vida si el desastre la
habita, a pintar las paredes de mi alma aunque diciembre tarde en llegar. No
enseñare a ser feliz a quien le encanta andar hundido en el desastre emocional;
no le regalare el cielo a quien maravillado le encanta vivir en el infierno.
No mude
los sentimientos que habitan en mi, aprendí a guardarlos de aquellos quienes
los lastiman; no cambie, simplemente desperté y comencé a pensar un poco más en
mi, aunque parezca egoísta ante el mundo, pero es una deuda que liquido ante mi
corazón.
Autor: Daviana Alvarado
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